Ay cómo gocé!

Nunca falta el amorcito cabrón, ese que viene y nos hace ver estrellas. Vivimos el romance más apasionado del mundo y después se las toma con nuestro corazón, como si uno tuviera repuestos. Esos amorcitos que después uno los cruza por la vida y posta roban un suspiro laaargo, y aunque ya esten viejos, feitos, casados/separados/solos/, con o sin hijos, uno lo mismo se pregunta "y por qué conmigo no?". Yo creo que así no más tenía que ser. No eran pa' tanto, no eran pa' uno, nos iban a hacer sufrir pa' siempre. No se podía armar NADA con ellos/ellas. En realidad tienen la función de mantenerse petrificados en la memoria, haciéndonos recordar cuánto los/las amamos y  cuánto pudimos sentir -e incluso sufrir!-. Se convierten en excelentes musas, y ahí ya tienen ganado el perdón eterno. Para todos esos soretitos y soretitas, va este son del Joaco, que siempre habla de la calle, "Medias negras".