De chiquita me enseñaron una canción bien mentirosa que rezaba así: tortita de manteca, para mamá que da la teta, tortita de cebada, para papá que no da nada. A mí mi papá me enseñó sobre la vida, con su propia vida, con su alegría y su mirada inocente. Me enseñó a ser irónica, mi gran herramienta para defenderme cuando me atacan. Eligió mi nombre, me legó su impecable calidad para contar largas historias y me dio su vieja máquina de foto, para que dijera con imagenes todo aquello que mi voz no pudiera.
Como todos los padres, me dio y me sigue dando mucho, mucho amor. Y a ustedes? Cuántas miles de cosas les dio su papá? Hoy, para todos esos grandes hombres, para los que están y los que están en el corazón de cada uno. Para ellos que no tienen teta, y entonces nos entregan alas, para construir nuestro propio camino, va Joan Manuel Serrat "Caminante no hay camino".
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